Un escenario central rodeado de dos filas de asientos. En el suelo aleatoriamente puestas alfombrillas, posters de los fetiches musicales. Una selección intima; Rafael, Camilo Sesto, Johnny Cash, La Candela… En una esquina Sofía Asencio ejecutando el control del equipo de sonido, como una DJ.
Del público, lentamente y a ciegas, se desliza Rosa Muñoz a dentro del cuadrado marcado y comienza el dialogo entre ellas. Tendrá ojos cerrados durante todo la performance. Juego de interactividad entre el espacio físico y el espacio mental.
Una base rítmica muy sencilla acompaña los pasos en la zona intermedia de las alfombrillas. Tocar las imágenes, como un juego de los sensores, activa fragmentos sonoros; una canción, una entrevista, un fragmento de la película.
John, Jonny es un ensayo, un work in process, es un experimento que deriva a una conclusión como podría derivar a otras mil. Artificialidad ausente en todos los sentidos. Un espacio abierto para experimentar los propios límites. Nada está concluido y como un loop podría durar enteramente.
Rosa sigue un ritmo interno no se deja llevar por virulencia del ambiente sonoro. El público es simplemente voyeur de esa exhibición, aunque en algún momento te entran ganas de guiarla, falta para pisar algún otro espacio del este horizonte ciego. Quieres comprobar si habrá reacción, o seguirá ensimismada.
Es un ejercicio de bondage coreográfica entre las dos, aunque no está claro quién es quién en este juego del poder. En un momento cantan y rompen la frontera. Comparten el espacio , recrean la distancia física a partir de la voz.
Entonces la oscuridad. Solamente se reflejan las letras fluorescentes de las alfombrillas en el suelo y el ritmo es frenético. Entran ganas de inhibirse y bailar. La luz, y Sofía propone otra geografía cambiando una pieza del suelo, y volvemos…
Escena Poblenou festival
Maja Cecuk