“Ramon y Estela” un dúo post futurista o dos solos pre industriales

Ramon y Estela – Societat Doctor Alonso

festival a-part

 Espectacularidad de lo menos espectacular posible. Societat Doctor Alonso es una compañía de un lenguaje escénico particular e inconfundible, que provoca la risa con lo absurdo de lo naif de sus sitaciones. Falso amateurismo que sabiamente reinvierte las reglas dramatúrgicas con una nota surrealista.
Durante tres días, en el mítico Antic Teatre de Barcelona, pudimos ver la continuación del trabajo Ramon, un solo estrenado en el Teatro Nacional de Cataluña en año 2008 y ahora completado con una segunda parte titulada Estela. Este es “un trabajo sobre el tiempo” como lo denominan Tomás Aragay y Sofía Asencio, fundadores de la compañía. Ramon es la historia de un personaje, cantante de un grupo de rock, que resucita después de cien años, y desesperadamente intenta recuperar desordenados y borrosos recuerdos del su vida anterior. Como la memoria es un material frágil, Ramon en su intento de recrear las situaciónes pasadas sufre lagunas, lapsus mentales y físicos. El trabajo interpretativo de Ramon Giró tiene este don tan peculiar, de provocar ternura y risa al público, aunque su personaje sea patético y ridículo. Es una historia del individuo contemporáneo, inadaptado, solo y ausente.
El único elemento escénico de esta obra consiste en unos dibujos en la pared del fondo: son las siluetas de los restos de la banda desparecida y el título de la obra, dibujados con la tiza, material frágil y borroso como los recuerdos del protagonista. Estela, interpretada por Sofía Asencio, es el título de la segunda parte, y el nombre de la mujer que amó Ramon en otros tiempos.

Estela es una anciana con una pelota del tenis a mano. En el más ortodoxo sentido de la performance, la escena empieza con una acción repetitiva que durará casi todo el resto de la functión: botar la pelota sin cesar, forzando la variedad de la postura del cuerpo. El sonido monótono y molesto recrea el espacio. En un momento abrirá la puerta del exterior, y los sonidos de la calle despertaran la conciencia de dos tiempos distintos pero paralelos que conviven en el mismo instante.
El público resiste, y como premio final una escena inédita: la protagonista estirada a tierra con el rostro tapado con el vestido, haciendo una coreografía con su vientre y la pelota. Moviendo la musculatura abdominal hace danzar la pelota en forma circular, acompañada de música.
Al retomar la forma habitual del tiempo una vez acabada la función – y estar contento de no oír el ensordecer ruido del botar de la pelota – queda la sensación de asistir a una rebelde demostración del que pude ser la libertad creativa en estos tiempos cobardes.

Antic Teatre, Barcelona

 Maja Cecuk

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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